LA CRUZADA DE NEVILLE

LA CRUZADA DE NEVILLE

viernes, 31 de julio de 2015

FCO EIRICE, JORGE URÍA Y LA GRAN ENCICLOPEDIA ASTURIANA





La cultura romana en Asturias – Superficial y Efimera

(Basado en el libro "Historia de Asturias" de Francisco Erice)

Sabemos todos muy bien que aparentemente después de la última guerra
cantabra acaecida en el año 19 a.C.,, dirigida por el general Agripa,
aparentemente Asturias y Cantabria quedaron sometidas a los romanos,
antiguamente, se decía que los Astures se habían extinguido, o bien
se habían convertido como por encanto en romanos, actualmente
cambiaron las hipótesis, basándose en hechos históricos, y hoy
podemos asegurar que la cultura romana en Asturias fue "superficial y
efímera", pero, ¿cuáles son esos hechos históricos?, Francisco Erice,
con licenciatura de historia en la universidad de Oviedo, nos lo
explica:

"Tal vez Lucus Asturum, (actual Llugo de Llanera, cerca de Oviedo),
desempeñara ciertas funciones romanizadoras. Por lo demás, los
enclaves de este tipo contrastan con el mantenimiento de formas de
poblamiento más arcaicas a oriente y occidente, desde los mismos
castros hasta el seminomadismo que caracterizo a un pueblo como el de
los vadinenses, en la zona del río Sella. Y en cualquiera de los
casos, la pobreza de la vida urbana resulta congruente con la
inexistencia de status sociales típicos de la sociedad romana; por
ejemplo, en las inscripciones latinas conservadas no aparece ni un
solo astur transmontano perteneciente al orden senatorial o
municipal, solo uno perteneciente al orden ecuestre, siendo común que
los romano utilizaran a los soldados astures para sus caballerías.
En cuanto al posible papel romanizador del ejército, resulta
verosímil calificarlo de poco relevante. Las tropas asentadas en la
actual región asturiana debieron de ser muy reducidas. Hubo, es
cierto, muchos astures integrados en unidades auxiliares del ejercito
romano, pero se trataba generalmente de augustanos y, con bastante
frecuencia, los veteranos no regresaban a establecerse en su lugar de
origen, con lo que su influencia romanizadora hubo de ser bastante
restringida.
Además de superficial, la penetración de la cultura romana en fue en
Asturias bastante tardía, hasta el punto de que su difusión concluyó
tras la caída del Imperio, en época visigótica o arrastrada por la
difusión del cristianismo. Asturias aparecía nuevamente como una zona
geográfica e históricamente aislada, refractaria a la incorporación a
corrientes culturales dominantes en otros lugares de la Península.
Resulta significativo que el impulso romanizador fundamental, una vez
clausuradas las minas y teniendo en cuenta el débil desarrollo
urbano, lo desempeñaran las villae agrícolas, estas, en efecto, nos
proporcionan la mayor parte del material arqueológico romano hallado
en Asturias.
Conocemos el área de extensión de las "villas" no solo por los
vestigios materiales, sino también por la toponimia; concretamente
los sufijos -ana (Cornellana, Cabruñana, etc.) corresponden a
lugares donde existieron este tipo de establecimientos agrícolas. En
general se encuentran en zonas fértiles y bien comunicadas, en torno
a la vía Legio VII-Lucus Asturum, prolongada hasta Gigia, en los
valles de algunos ríos como el Nalón o en las proximidades de la
costa (Gijón, Villaviciosa); siempre en la zona central de la región,
en el área de asentamiento de los astures. Hasta el presente, sólo
unas pocas han sido estudiadas, destacando las de Memorama (Lena) y
las Murias de Beloño (en Cenero, Gijón).
Las "villas" desempeñaban una doble función, residencial y agrícola.
El uso residencial por parte de familias acomodadas viene demostrado
por el descubrimiento de estancias con pavimentos o rica
ornamentación, o de termas como las de Beloño (las de Campo de
Valdés, en Gijón, es indiscutible que pertenecieran a una villa).
Otras dependencias se relacionan con las labores agrícolas. Por lo
demás, no podemos precisar la identidad de los possessores –romanos o
indígenas romanizados- o de los trabajadores –seguramente colonos o
mano de obra semilibre -, ni siquiera qué tipo de labores agrícolas o
ganaderas se desarrollaban en ellas. A diferencia de lo que ocurría
en otras zonas de Hispania, las villae no eran en Asturias el centro
de extensos latifundios, sino seguramente la base de pequeñas
explotaciones familiares más acomodadas o propiedades de mediana
entidad. Muchas datan de los primeros siglos de dominación roana,
pero su culminación coincide con el proceso ruralizador del Bajo
Imperio y algunas permanecieron habitadas incluso hasta la época
visigótica. La continuidad del hábitat, al igual que ocurre con
algunos castros, testimonia el encabalgamiento de formas culturales
diversas por encima de los cambios políticos.

En síntesis, si atendemos a la importancia de minas, villae y núcleos
de asentamiento urbano y al influjo que ejercieron sobre su entorno,
observamos que la dialéctica entre las estructuras romanas e
indígenas fue compleja, tensa y prolongada, pero en ella las formas
culturales de los pueblos sometidos, ciertamente debilitadas y
adulteradas con el contacto, conservaron sin embargo una notable
pujanza. Un indicador importante, a este respecto, es el
mantenimiento de los rasgos gentilicios indígenas, opuestos al
esquema familiar y los criterios de territorialización aportados por
los romanos. Las inscripciones funerarias o votivas conservadas de
estos pueblos –en particular los menos romanizados- reflejan con
mucha frecuencia la adscripción gentilicia de los dedicantes o la
filiación a través del avunculus o tío materno (adscripción
matrilineal, pero a través de un personaje masculino). Estos
elementos se amalgaman con otros estrictamente romanos y se vierten
en un molde lingüístico latino, en una curiosa mezcla que muestra a
la vez el alcance y los límites del influjo romanizador. Es
corriente, por ejemplo, encontrar nombres indígenas expresados con el
sistema romano de los tria nomina.
La vitalidad de lo indígena se manifiesta asimismo en las formas
religiosas. Frente a los cultos tributados a dioses romanos, que a
veces aparecen también acompañados de epítetos indígenas (por
ejemplo: Iuppiter Candamius), otras divinidades latinas pueden
identificarse con anteriores cultos indígenas a las aguas (Fortuna
Balnearis) o a los protectores de los caminos (Lares Viales), lo que
contribuye a explicar su arraigo. En Asturias se han localizado
además tres dedicaciones a deidades propiamente indígenas, una de las
cuales se debe a una comunidad astur, los Luggoni Arganticaeni.
El mantenimiento de las creencias autóctonas, el aislamiento, el
ruralismo y el bajo nivel de romanización, retrasaron la expansión
del cristianismo. Mientras entre los augustanos está comprobada la
existencia de comunidades cristianas en el siglo III y de sedes
episcopales en el IV, con la difusión incluso por Galicia y León de
la doctrina herética del priscilianismo, en Asturias no hay
testimonios irrefutables de cristianismo hasta mucho más tarde.
En suma, cuando el poder romano entra en crisis, la romanización de
algunos pueblos norteños seguía siendo precaria. No es aventurado
pensar incluso, en medio de las turbulencias del Bajo Imperio, en un
resurgimiento de los rasgos indígenas. Hoy la tesis de la presencia
de un limes o línea fronteriza contra cántabros, astures y vascones
no parece contar con muchos adeptos. Pero lo que no puede negarse es
que, si no alzados permanentemente en armas, estos pueblos seguían
mostrándose reacios a su asimilación cultural."

Aquí termina lo escrito por Francisco Erice, pero a continuación
añado lo que dice sobre este mismo tema la Gran Enciclopedia
Asturiana, para complementar:


"Sin embargo, dominado el norte, éste nunca llego a romanizarse, como
ocurrió en otras zonas de España. Vicens Vives vuelve a señalar
acertadamente: "La oposición entre campo y la ciudad es una constante
en la dinámica de Hispania. Ello explica que algunas tribus
pastoriles mantuvieron sañudamente una libertad que confundieron más
de una vez con el bandidaje. De hecho algunos pueblos del Norte jamás
ingresaron en el dentado mecanismo político y burocrático establecido
por Roma. Gentes bravías e indómitas, se incrustaron, más que fueron
aceptadas en la comunidad hispánica" y continúa, "el norte cantábrico
y galaico se mantiene arcaico y desconfiado contra cualquier novedad.
Hasta el siglo x allí se mantendrán en reserva las fuerzas de
recuperación del país". La Asturia Trasmontana cayó en el desorden
tras la decadencia del poder romano en la Península, al ocurrir las
invasiones de los suevos, vándalos y alanos, apenas comenzado el
siglo v, y por la ulterior entrada de los godos en la provincia
Tarraconense. Durante más de un siglo y medio vivieron los astures y
cántabros en absoluta libertad, sin temor a sus ejércitos de
represalia. Sánchez-Albornoz, en su obra España, un enigma histórico,
escribe: "Ignoramos la historia de esos pueblos norteños durante esos
largos años. Solo sabemos que padecieron unos la bagaudia o
bandolerismo campesino; que sirvieron otros de teatro de batalla a
los suevos de Galicia y a los godos de Cataluña y que probablemente
se produjeron, en esa oscura época, ciertos desplazamientos, desde
sus viejas sedes, de buena parte de aquellas viejas tribus ... Y es
probable que, también, durante esa larga etapa de libertad y de
anarquía de los pueblos norteños de España, los astures, que con los
vascones ocupaban ahora el primer plano de la escena histórica, se 


extendieron saliendo de sus viejas fronteras del Sella, entraron en
Cantabria y ocuparon la llamada Asturias de Sancta Juliana". El
retroceso a estadiums culturales anteriores se acentuó en el Norte,
donde habían sobrevivido comunidades nada o escasamente romanizadas
que nunca habían aceptado los mecanismos de los conquistadores del
Lacio. "A la caída del Imperio sus moradores habían vivido dos siglos
largos fuera de la comunidad a la par política y cultural de la
España visigoda. No puede sorprender que los diversos pueblos
asentados desde milenios en esa zona norteña conservaran menos
borrosa que los otros pueblos peninsulares, su vieja personalidad".

CUANDO ASTURIAS FUE INDEPENDIENTE Y GIJÓN SU CAPITAL

Cuando Asturias fue independiente y Gijón, capital

19.08.12 - 02:39 -

LOS TURISTAS NOS AVALAN, PASIÓN POR LOS MUSEOS

EL MUSEO ARQUEOLÓGICO DE ASTURIAS






PASIÓN POR LOS MUSEOS



Este verano he pasado unos días en Asturias. Mi hotel estaba en Oviedo, la capital del Principado, ciudad tranquila y de un tamaño apropiado para caminar por sus calles. Así, caminando, detrás de su emblemática catedral, tropecé con el Museo Arqueológico de Asturias.
Es un museo sencillo, del que como os podéis imaginar me interesé especialmente por la parte dedicada al periodo romano. Los romanos tardaron en conquistar este territorio: será Augusto quien, después de resolver sus problemas internos en Roma, tendrá como uno de sus objetivos cerrar la romanización de Hispania tomando este territorio poblado por gentes de las que sabemos bastante poco: cántabros y astures son denominaciones muy generales para definir a un conglomerado de tribus que debían hablar lenguas parecidas, desconocidas para nosotros (estas tribus eran analfabetas).
Augusto intervino personalmente en los primeros años de esta campaña, que dirigió hacia el año 25 a.C. Pero la conquista fue más dura de lo que parecía a simple vista y se vio obligado a dejarla en manos de sus lugartenientes, que la completaron hacia el año 19 a.C. En ese momento toda Hispania ya podía decirse que por primera y última vez en la historia estaba dominada por un solo pueblo, Roma, y un solo mandatario, Augusto. En la playa de Gijón (la antigua Gigia) hay una réplica del Augusto de Prima Porta de Roma, quizá puesta para recordar que los romanos llegaron a controlar también estas tierras. Uno no pudo resistirse a saludar "a la romana" a la imagen del conquistador de Cantabria, como véis en la foto que abre esta entrada y que me hizo mi mujer mientras debía pensar en lo "friki" que soy de estas cosas...
Para conquistar este territorio protegido por la barrera natural de la Cordillera Cantábrica, los romanos tuvieron que construir campamentos y calzadas que ponían a prueba su grado de desarrollo tecnológico:
 Asturias fue un territorio muy poco romanizado: los romanos se interesaron por explotar sus minas de oro y especialmente de plata. Pero en los cuatro siglos que estuvieron por allí apenas construyeron ciudades, el mayor signo de su civilización: sólo algunas no muy grandes en el centro de Asturias, la zona del bajo Nalón.
Pocos restos romanos notables de esta época, por tanto, encontré en el museo. Destacan algunos epígrafes funerarios y honorarios, como los restos de un ara con una inscripción dedicada a Augusto:
 Y poco más. Desaparecida en Europa occidental la autoridad romana, Asturias estuvo en manos desde el siglo V d.C. de suevos y luego de visigodos: éstos últimos adoptaron el cristianismo católico y lo implantaron en Asturias. Observad en la fotografía inferior los jarritos de bronce: son los testimonios más antiguos de la presencia de la liturgia cristiana en Asturias: 
 ..y bueno, ya sabéis lo que vino después: la formación progresiva del estado moderno español.
EL COMENTARIO
Estimado señor, sus conclusiones son certeras no obstante hay algunos detalles sobre los que me gustaria inoformarle: Gigia no es Gijón, es un invento de cuatro chikilicuatres, la vía Carisa era ya una vía prerromana y en cuanto a ciudades aún no han logrado encontrar ninguna. En su blog, por cierto, muy interesante y de gran calidad le dejo los enlaces pertinentes. Un saludo.  

También dejo aquí los enlaces para los lectores.

http://www.lne.es/gijon/2013/12/03/gegio-entredicho/1509158.html

http://www.academia.edu/4760436/C%C3%A9sar_Garc%C3%ADa_de_Castro_Vald%C3%A9s_y_Sergio_R%C3%ADos_Gonz%C3%A1lez_Consideraciones_en_torno_a_la_historia_de_Gij%C3%B3n_en_la_Edad_Antigua

http://www.historiayarqueologia.com/profiles/blogs/la-llamada-v-a-de-la-carisa-era-en-realidad-una-antigua-v-a 

miércoles, 29 de julio de 2015

LA LARGA MANO DE ISABEL "LA CATÓLICA"

ABC

LA MISTERIOSA MUERTE DE ALFONSO "EL INOCENTE" QUE LLEVÓ A ISABEL "LA CATÓLICA" AL TRONO

Día 29/07/2015 - 08.16h

Descartada la peste en recientes investigaciones, la hipótesis del envenenamiento cobra protagonismo. Rodeado de sus partidarios, el joven Rey comió una trucha y de forma repentina empezó a sufrir altas fiebres. Falleció pocos días después para beneficio de sus dos hermanos y del intrigante Juan Pacheco

 ABC

 
 
Alfonso de Trastámara es recordado, sobre todo, por su participación en la Farsa de Ávila, donde fue coronado a los 11 años de edad como Rey por un grupo de nobles que llevaron el desafío al débil Enrique IV «El Impotente» a la categoría de rebelión. Durante varios años se dio la inusual situación en Castilla de que hubo dos reyes y dos cortes, hasta que el adolescente falleció de forma súbita a causa supuestamente de la peste. Sin embargo, el veneno era una sustancia demasiado habitual en las cortes renacentistas como para descartar su presencia en la muerte del joven Infante. Y lo que siempre perteneció al campo de la especulación, lo confirmaron hace pocos años investigaciones científicas que descartan definitivamente cualquier rastro del bacilo de la peste en sus restos mortales.
Hijo de Juan II de Castilla e Isabel de Portugal, Alfonso de Trastámara fue conocido como «El Inocente» por estimársele un títere en manos de una nobleza fuera de control que solo pretendía sacar el máximo rédito de la debilidad de su hermanastro, Enrique IV, a costa de la credulidad del joven. Aunque ambos eran hijos de Juan II, contaban con diferentes madres y Enrique IV siempre se mostró receloso con los hijos del segundo matrimonio de su padre. Tanto Isabel «La Católica» como Alfonso vivieron una infancia complicada, apartados de la Corte en compañía de su madre, quien sufría un proceso de demencia. Solo cuando una parte de la nobleza vislumbró la posibilidad de usar a ambos hermanos contra Enrique IV, éste ordenó traerlos al Alcázar de Segovia, que hacía las veces de residencia regia, para mantenerlos bajo vigilancia. Las dudas sobre la paternidad de la única heredera del Rey, Juana –conocida como «la Beltraneja» porque se acusaba a Beltrán de la Cueva de ser su auténtico padre–, llevó a numerosos nobles, encabezados por Juan Pacheco y su hermano Pedro Girón, a declarar que Isabel y Alfonso eran los sucesores legítimos de la Corona de Castilla.

Rey de una de las dos Castillas

En mayo de 1464, el desafío de la nobleza se materializó en la Liga en Alcalá de Henares. En una nueva muestra de su falta de carácter, el Rey cedió a las exigencias de la Liga y se avino a negociar: Alfonso fue entregado a Juan Pacheco para que recibiera una educación regia y fue jurado como heredero el 30 de noviembre con la condición de que se casase con Juana «La Beltraneja». Sin embargo, tras la sentencia arbitral de Medina del Campo, Enrique se negó a aceptar las medidas previamente asumidas y, en consecuencia, los nobles rebeldes celebraron el 5 de junio en Ávila un acto simbólico para coronar Rey a Alfonso y despojar de todas las dignidades reales a su hermanastro.
La farsa de Ávila escenificó el punto de no retorno en el pulso a la Corona. Fue construido un cadalso de madera, situado fuera del recinto amurallado de Ávila, donde se depositó un muñeco, relleno de paja y lana, con su correspondiente corona y cetro. A continuación, los nobles congregados despojaron al pelele de Enrique las distinciones regias: el arzobispo de Toledo le quitó la corona (símbolo de la dignidad real), Juan Pacheco le despojó del cetro (símbolo de la administración de justicia), y el conde de Plasencia le arrebató la espada (símbolo de la defensa del reino). Finalmente, otro de los cabecillas de la rebelión, el Conde de Benavente, derribó y pisoteó el muñeco del Rey al grito de: «¡A tierra puto!».
ABC
Ilustración moderna de la Farsa de Ávila
Tras la humillación al pelele de Enrique IV y de leer una larga lista de insultos y agravios contra él, Alfonso «El Inocente», de 11 años de edad, fue proclamado Rey de Castilla entre el clamor habitual de las entronizaciones castellanas: «¡Castilla, Castilla por el Rey don Alfonso!». La proclamación del nuevo Rey dividió a la nobleza en dos bandos aparentemente irreconciliables: los que apoyaban la insurrección (además de los ya citados, el duque de Medina Sidonia y la familia de los Enríquez) y los fieles al Monarca legítimo (donde destacaba la familia Mendoza y el ambicioso Primer Duque de Alba). Durante tres años se dio la situación en Castilla de la coexistencia de dos reyes con sus respectivas cortes y con las ciudades divididas en su afiliación. La situación creada por la Farsa de Ávila, mucho más cruenta si cabe que los sucesos del reinado de Juan II, se mantuvo vigente, entre treguas y enfrentamientos, hasta la celebración de la segunda batalla de Olmedo (1467) y, sobre todo, la muerte del Rey Alfonso (1468), supuestamente envenenado, tras lo cual los cabecillas de la insurrección, principalmente Juan Pacheco, no tuvieron reparos en trabajar a favor de corriente y volver a mostrar lealtad al Rey Enrique.
Alfonso murió el 5 de julio de 1468 a causa supuestamente de la peste bubónica en el pueblo de Cardeñosa (Ávila), donde se dirigía al frente de su ejército para conquistar la plaza fuerte de Toledo, que acababa de ocupar Enrique. Tras su llegada al pueblo abulense, el Rey Alfonso cenó una trucha en una posada local a raíz de lo cual pasó varios días en la cama con fiebres elevadas hasta su muerte. Los síntomas registrados, además de las fiebres, fueron la pérdida del habla y la conciencia e insensibilidad al dolor. Las especulaciones sobre su posible envenenamiento prendieron casi al momento por toda Castilla. La anomalía de que hubiera dos reyes en Castilla solo podía acabar con la muerte de uno de ellos, haciendo muy tentador que alguien deslizara veneno en la comida del joven.

Juan Pacheco, el principal sospechoso

La hipótesis del veneno pasó a la categoría de probable con un estudio publicado en 2013 por el profesor de Antropología Física de la Universidad de León Luis Caro Dobón y la historiadora y profesora de la Uned María Dolores Carmen Morales Muñiz en la revista de genealogía, nobleza y armas «Hidalguía». Según acreditan tres análisis practicados sobre sus restos, Alfonso «El Inocente» no pudo padecer la peste, como parecía apuntar sus síntomas, al no haberse hallado en su cuerpo la presencia de Yersina pestis, el bacilo de esta enfermedad. Asimismo, los autores de la investigación señalan lo improbable de que el Monarca falleciera de una enfermedad que había registrado su gran epicentro un siglo atrás, en 1347, y menos en un emplazamiento temporal –el campamento militar donde vivía en esos momentos–, donde no era tan frecuente encontrar madrigueras de ratas negras (las que transportaban la pulga infectada con el bacilo) como lo era en ciudades y poblaciones más grandes.
ABC
Retrato de Isabel «La Católica»
Descartada la peste, los autores del estudio se atreven a apuntar al envenenamiento como causa para explicar una muerte tan súbita. A falta de vómitos y diarreas en las descripciones de las fuentes documentales, los investigadores estimaban la utilización de un veneno de tipo vegetal suministrado por alguno de sus partidarios. El máximo sospechoso sería Juan Pacheco, el hacedor de reyes, que posteriormente no tuvo problemas en volver a servir bajo el mando de Enrique IV y estuvo presente, según el cronista Palencia, en la fatídica cena, donde siguió comiendo con «gran aparato» mientras el resto de los que rodeaban al Rey se quedaron desolados. Pacheco, no obstante, había obtenido en fechas cercanas la titularidad del Maestrazgo de Santiago, que, en caso de que Alfonso se reconciliara con su hermanastro y fuera nombrado Príncipe heredero, volvería a manos del joven. Su repentina muerte le resultó muy provechosa.
La muerte de Alfonso «El Inocente» favoreció de forma clara a los intereses de Pacheco, al propio Enrique IV, que vio terminado el conflicto, e incluso a Isabel «La Católica». La futura Reina de Castilla ocupó el puesto de su hermano como heredero legítimo de Enrique en una ceremonia celebrada en los Toros de Guisando, el 19 de septiembre de 1468, conocida como la Concordia de Guisando. Isabel se constituyó así como heredera a la Corona por delante de Juana, su sobrina y ahijada de bautismo, aunque se negó a declararse Reina mientras su hermano viviera. A la muerte del Rey, no en vano, la ambigüedad en las instrucciones del Soberano causaron un conflicto sucesorio. El principal valedor de Juana «La Beltraneja» fue el Rey de Portugal, lo cual elevó la disputa a la categoría de guerra internacional e impulsó a la mayoría de la nobleza castellana a unirse a Isabel contra la amenaza extranjera.
wikipedia
Moneda acuñada por los partidarios de Alfonso en Sevilla
Pese al sincero cariño entre los dos hermanos advertido por los cronistas, las ventajas adquiridas por Isabel a la muerte de su hermano pequeño no pasaron inadvertidas para los ojos más conspiradores. Hay quien ha visto en la decisión de la joven, que se encontraba en ese tiempo residiendo en Arévalo con su madre, de acompañar a su hermano en la campaña donde finalmente perdió la vida un motivo de sospecha para implicarla en el envenenamiento. Su papel no era relevante en este momento en un contexto militar, pero no resulta extraña su presencia, ni es una causa suficiente para acusarla del crimen o afirmar que pudo estar enterada. Algo parecido a lo que ocurrió en 1474 con la muerte de Enrique IV, quien falleció en medio de rumores de un posible envenenamiento a manos de su hermana Isabel y de su marido, Fernando de Aragón. El germen de los rumores estaba en que a principios del año en el que murió el Soberano, éste había caído enfermo durante la ronda de negociaciones con Isabel para pactar por enésima vez los términos de su sucesión. Y siendo fieles a la verdad, nunca fue necesario el veneno para justificar los achaques de Enrique, que durante toda su vida mostró una interminable lista de dolencias.

 

ROMA: LOS EMPERADORES HOMOSEXUALES



DIARIO ABC

Roma, los emperadores homosexuales

La homosexualidad en la Antigua Roma, sin ser un crimen penal –aunque lo era en el ejército desde el siglo II a.C.–, estaba mal vista en todos los sectores sociales, que la consideraban, sobre todo en lo referido a la pederastia, una de las causas de la decadencia griega. Como recuerda el historiador Adrian Goldsworthy en el libro «César, la biografía definitiva», «aquellos senadores que tenían amantes varones solían hacerlo con discreción, a pesar de lo cual con frecuencia los opositores políticos les ridiculizaban públicamente». No obstante, el historiador Edward Gibbon recuerda en su obra que de los doce primeros emperadores solo a Claudio le interesaban exclusivamente las mujeres. El emperador Nerón fue el primero que se casó con otro hombre, un joven eunuco de palacio llamado Esporo. Y a principios del siglo III, el emperador Heliogábalo escandalizó a sus contemporáneos casándose públicamente dos veces vestido de mujer, adoptando así explícitamente el papel pasivo en la relación.
MUSEO LOUVRE
Escultura de Antínoo, amante del Emperador Adriano
Si bien en Grecia la línea roja la marcaba el que hubiera una diferencia de edad entre los amantes, en Roma era prioritario diferenciar quien ejercía el papel de activo y quién el de pasivo, tanto a nivel sexual como social. Como ejemplo de ello, los opositores a Julio César usaron siempre los rumores de que en un viaje diplomático había mantenido relaciones homosexuales conNicomedes IVRey de Bitinia, para erosionar la autoridad del dictador romano. La acusación era grave no por tratarse de una relación homosexual, la cual podía ser asumida en algunas circunstancias, sino por haber ejercido supuestamente el papel de pasivo sexual. Julio César, que siempre negó la acusación, fue de hecho un conocidocasanova con predilección por las esposas de otros senadores y cargos políticos.
Con el reinado del emperador de origen hispano Trajano, que sentía gran admiración por la cultura helenística, se retornó parcialmente la práctica de la pederastia. A la conocida preferencia de este emperador por los jóvenes le siguió la que su sucesor, el también hispano Adriano, profesó especialmente a uno, el joven griego Antínoo. Tras su trágicamente muerte ahogado en el río Nilo, Adriano erigió templos enBitiniaMantineia y Atenas en su honor, y hasta le dedicó una ciudad, Antinoópolis.

LEX SCANTINIA/LA DEPRAVACIÓN DEL IMPERIO ROMANO

LEX SCANTINIA

Esta norma romana regulaba el comportamiento sexual e incluía la pederastia, el adulterio y la práctica pasiva de la homosexualidad


DIARIO ABC

ABC



La sexualidad está determinada por los roles de comportamiento socialmente establecidos. Una sociedad o cultura concreta preve un papel activo o pasivo para cada uno de los sexos. La sociedad romana tenía un sistema patriarcal en el que el rol del varón era ser la autoridad principal, enfatizando en la masculinidad una posición «activa» como premisa de gobierno, poder y estatus. En el caso de las mujeres romanas nacidas libres su modelo de comportamiento era descrito como «tribas fricatrix», que significa «la que se frota con un hombre viril», un término usado para describir a una mujer que demuestra cualidades ejemplares.
La religión romana apoyó la aceptación de la sexualidad, como un aspecto de la práctica religiosa, pero la definición de poder de un individuo se producía a través de la fuerza procreadora del macho. La masculinidad debía ser activa, por lo que se desconoce si la tolerancia religiosa pudo ser aplicable a determinados actoshomosexuales.
Los hombres eran libres de tener relaciones sexuales con otros hombres, pero por lo general sólo eran aceptables los casos que no estaban contemplados en la Lex Scantinia. Si existía un acto en que la masculinidad del ciudadano romano nacido libre rompía los preceptos de la ley Scantinia su nombre y la reputación de la familia quedabamanchada por la infamia y suponía castigos penales y la pérdida de la personalidad jurídica o social.
La Lex Scantinia era una norma jurídica romana que los historiadores creen que fue creada para sancionar a cualquier ciudadano varón libre que tuviera un rol pasivo en una relación homosexual. Desde una perspectiva social y cultural, el papel «pasivo» o «sumiso» era una amenaza a la masculinidad y a la estructura social. Ese papel estaba reservado a las mujeres y los esclavos. En las legiones, el acto de la homosexualidad entre los soldados era considerado una violación de la disciplina militar y sujeto a sanciones severas. El historiador Polibioreportaba en sus diarios (200-118 aC) que la actividad sexual entre los soldados era castigada con la muerte. Como con cualquier otro ciudadano nacido libre, a los soldados solo se les permitía participar en relaciones entre personas del mismo sexo si estos eran esclavos, prostitutos o cautivos como un signo de autoridad sexual y siempre con un rol activo.
Un incidente histórico relatado por Plutarco en su biografía de Mario, ilustra la mentalidad y la legislación romana sobre la integridad sexual. En este caso, un legionario llamado Trebonio fue objeto de agresiones sexuales por su oficial superior, Cayo Luscius. Trebonio fue llevado ante un tribunal por haber matado a Luscius, pero quedó absuelto y recibió una corona de valentía por defender su masculinidad y la pureza varón romano nacido libre. En «De Bello Hispaniensi», un libro que se cree fue escrito por Julio César (Aunque la autoría es fuertemente disputada) se detalla las campañas de César en la Península Ibérica y menciona a un oficial romano que mantiene actos sexuales activos con su «concubino».
La Lex Scantinia se menciona en varias fuentes antiguas. Un ejemplo es el juicio contra el edil Gayo Scantinius Capitolino que, hacia el 227 antes de C, fue acusado de abusar sexualmente del hijo de Marco Claudio Marcelo. La Lex Scantinia nunca se ha demostrado como un ataque directo contra la homosexualidad, ni una penalización general y total como un delito. En cambio, fue esencialmente una regla para vigilar la naturaleza masculina de un ciudadano romano que debía tomar el rol «activo» en el sexo.

Violación y esclavitud

De las penas previstas por la Lex Scantinia quedaban exentos los hombres nacidos en el caso de violación o relaciones sexuales pasivas forzadas. Según el jurista Pomponio, «el hombre violado por ladrones o por el enemigo en tiempo de guerra (vi praedonum vel hostium) no debe soportar ningún estigma». Sin embargo, se consideró un crimen castigado con la pena capital para un nacido libre violar a otro ciudadano romano. Para evitar la violación de menores de edad, los niños debían llevar una «toga praetexta», una especie de marca de «estado inviolable».
Pero para un ciudadano romano era posible explotar sexualmente a sus esclavos. Un romano podía violar, torturar y abusar de su propiedad sin cargos ni juicio. Un esclavo no tenía protección civil ni autoridad sobre su cuerpo. En esencia, el cuerpo de un esclavo o esclava se podía utilizar para apaciguar los apetitos sexuales de su Dominus. Sobre este tratamiento a los esclavos y cautivos, fue famoso el caso documentado en los textos romanos del Emperador Adriano (117 a 138), constructor de la muralla que lleva su nombre en Northumberland Inglaterra.Tuvo una relación con un chico de Bitinia. Durante un fatídico viaje por el Nilo, el chico se ahogó (130 dC) en circunstancias que algunos historiadores califican de suicidio. En su memoria, Adriano fundó la ciudad de Antinopolis en Egipto y deificó el nombre de Antinoo. En realidad, los romanos consideraban socialmente aceptable abusar de esclavos varones jóvenes en actos sórdidos de la pederastia.
El término delicatus puer o deliciae (que significa dulce, delicado) se aplicaba a menudo a niños esclavos utilizados específicamente para la satisfacción sexual. Esta práctica se representa en La Copa Warren, una copa romana de plata de la época de la dinastía Julio-Claudia, siglo I después de Cristo. La copa está decorada con relieves ornamentales de actos sexuales, uno de cuyos lados representa a un joven macho adulto penetrando un joven esclavo o puer delicatus.
En los casos más extremos, un delicatus puer se castraba y vestía con atuendo femenino. Era un intento por preservar las cualidades juveniles y prolongar el atractivo «femenino» de los niños y adolescentes. El creciente comercio de esclavos para la satisfacción sexual, en particular el comercio de esclavos delicatus puer durante el Alto Imperio llevó al Senado a aprobar una moción de la legislación que eventualmente prohibido la castración de un esclavo contra su voluntad «por motivos de lujuria».
El famoso emperador Nerón (54 a 68 dC) tuvo un delicatus puer llamado Esporo. Un joven de notable encanto femenino, que fue castrado y vestido con las insignias que habitualmente estaba reservadas a las emperatrices romanas. Algunos historiadores creen que más tarde se casó con Esporo después de la muerte de su esposa Popea Sabina.

El matrimonio del mismo sexo

El derecho romano nunca reconoció oficialmente el matrimonio entre parejas del mismo sexo, pero durante los primeros años imperiales, las bodas entre hombres eran en realidad un lugar común. Marcus Valerius Martialis se refiere al matrimonio entre los hombres como «algo que no ocurre con poca frecuencia, aunque se desaprueba» A pesar de tener no ningún vínculo legal con el matrimonio del mismo sexo, esto no impidió los romanos y a sus emperadores casarse con esclavos y jóvenes amantes.
Un ejemplo fue a principios del siglo III después de C, el emperadorHeliogábalo , un gobernante descrito como excéntrico y decadente en la «Historia de Augusto» (una colección romana de biografías). Heliogábalo se casó con una atleta masculino llamado Zoticus en una ceremonia pública en Roma.
Con el tiempo, las actitudes hacia estos actos sexuales comenzaron a cambiar, al igual que la identidad religiosa del Imperio. Los dioses paganos politeístas, como Júpiter y Marte fueron reemplazados por la nueva religión monoteísta del cristianismo y su influencia se extendió en todo el mundo clásico. En el siglo IV después de C, se impusieron una serie de prohibiciones legales contra la práctica del matrimonios homosexuales y comezaron a ser criminalizados por los emperadores cristianos como ocurrió en el «Theodosianus Codex» (Recopilación de Leyes romanas). En el año 390, los tres emperadores cristianos, Valentiniano II, Teodosio I y Arcadio declararon ilegal la homosexualidad en todo el imperio para cualquier romano nacido libre bajo pena de muerte.
Bajo el emperador bizantino Justiniano I, (527-565 dC), se decretó que cualquier forma de comportamiento homosexual era «contrario a la naturaleza», y fuera de la ley en todo el Imperio de Oriente. En este punto, la influencia del cristianismo era la religión dominante del Imperio Bizantino y sus ideales conformaban la cultura y forma de vida de la sociedad.

TRAJANO Y ADRIANO LOS EMPERADORES HISPANORROMANOS HOMOSEXUALES Y PEDERASTAS



DIARIO ABC

TRAJANO, EL EMPERADOR ESPAÑOL QUE RECUPERÓ LA PERVERSIÓN SEXUAL MÁS EXECRABLE DE LOS GRIEGOS
Día 27/07/2015 - 14.52

Nacido cerca de la actual ciudad de Sevilla, Marco Ulpio Trajano estaba considerado el ejemplo de emperador óptimo, solo por detrás de César Augusto. Su enorme popularidad no se vio afectada ni siquiera por su atracción sexual por los niños

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Frente a la sucesión interminable de emperadores incompetentes e incluso dementes, se hizo costumbre desear con la muerte de cadaprinceps la llegada de un sucesor que fuera «mejor» (melior) queMarco Ulpio Trajano, como sinónimo de un dirigente digno de admiración, «el Optimus Princeps». Según la costumbre popular solo el primero, César Augusto, había sido mejor que el español Trajano, nacido en la ciudad romana de Itálica (junto a la actual Sevilla), al que incluso se le perdonó su censurable inclinación sexual por niños y adolescentes. Trajano fue el último gran conquistador romano, y el primer emperador nacido en Hispania.
Hispania (nombre del que deriva la palabra moderna España, aunque entonces solo fuera una designación geográfica) fue pionera en muchas cuestiones dentro de la República Romana y después en el Imperio. «Tú, Francia, fuiste sujeta por Césare, antes de tres años, Hispania lo fue por Catones, Escipiones, Sertorios, Pompeyos y Césares no antes de 200», recordó el escritor Juan Pablo Mártir como síntesis del paso de Roma por la Península Ibérica, en el contexto de un enfrentamiento dialéctico con Francia en 1626. Hispania fue uno de los primeros territorios de ultramar en los que Roma puso sus ojos, pero uno de los que más tiempo tardó en someter completamente. Fue, además, el lugar de nacimiento del primer cónsul nacido fuera de Italia, el gaditano Lucio Cornelio Balbo –amigo personal del emperador Augusto–, y de tres emperadores. Salvo Claudio, que nació de forma casual en la provincia de la Galia, ningún emperador había alcanzado la cabeza de Roma habiendo nacido fuera de Italia hasta la llegada de Trajano.

El general más destacado, convertido en emperador

El primero de ellos, Marco Ulpio Trajano, nació y se educó en la ciudad Itálica. Su familia decía descender de alguno de los soldados originarios de Roma que formaron esta colonia española establecida por Escipión «El Africano» después de su victoria en Ilipa, en el 206 a.C. Recientemente varias investigaciones han apuntado, no en vano, que los antepasados de la familia eran nativos de Hispania, siendo Trajano el Viejo en realidad un Traius adoptado por la familia de los Ulpii. La cuestión no tiene mayor importancia: si la aristocracia local ocupaba magistraturas públicas tenía derecho a la ciudadanía romana plena, y, en caso de contar con las riquezas necesarias, accedía a una plaza en el Senado Romano. El padre de Trajano siguió una carrera senatorial bastante destacada e incluso fue cónsul y legatus Augusti durante una campaña en Siria. El joven Trajano, que recibió una educación típicamente romana y sobresalió en los ejercicios físicos desde muy joven, acompañó a su padre como tribuno senatorial de una de las legiones destinadas en Siria. Trajano mostró gran disposición por la vida militar y alargó su servició por más tiempo de lo que era habitual entre los senadores.

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Ilustración moderna del Foro de Trajano y la Columna del mismo nombre
«A lo largo de diez campañas, conociste las costumbres de las naciones, la situación de los países, las ventajas de los lugares, te avezaste a soportar el diverso temperamento de las aguas y del cielo como las fuentes de la patria en el cielo patria. ¡Cuantas veces cambiaste los caballos, cambiaste las armas, ya fuera de uso!», recoge un relato de la época sobre la actividad militar de Trajano. Así, en el momento del asesinato del emperador Domiciano y el posterior ascenso de Nerva, el general romano ya era ampliamente respetado como uno de los hombres más dotados en lo militar de todo el Imperio romano. Frente a la presión pretoriana para que los asesinos de Domiciano fueran castigados, Nerva adoptó a Trajano en el 97 d.C, nombrándole su heredero, como concesión al pueblo y al ejército. La adopción de personas ajenas a la familia imperial era una constante en Roma, donde no era tan importante mantener la sangre como preservar el nombre de la familia. Un año después de la adopción, Nerva falleció y Trajano se convirtió en emperador.
Como intrépido militar, el emperador Trajano sondeó las posibilidades para iniciar con su reinado alguna campaña militar de renombre y puso sus ojos en Dacia, una área que corresponde aproximadamente con la actual Transilvania. Tras el agresivo reinado del líder local Decebalo, que había realizado importantes incursiones al otro lado del Danubio e infligido serias derrotas a los romanos, Domiciano solo pudo arrancar un tratado insatisfactorio, donde Roma pagaba una indemnización anual a este rey a cambio de no proseguir con los saqueos. En la concepción romana aquello era un agravio, dado que solo los tratados dictados con la derrota total del enemigo eran aceptables, pero el precario régimen de Domiciano se conformó por el momento con esta solución temporal. En tanto, Trajano no estaba dispuesto a tolerarlo y en el 101 d.C. desencadenó una invasión sobre Dacia que resultó un éxito. El hecho de que Trajano escribiera al final del conflicto unos «Comentarios», como hiciera Julio César en la guerra de la Galia, y de que los relieves en torno a la columna levantada para conmemorar el triunfo, la Columna Trajana, narren episodios de la campaña hacen que la invasión de Dacia sea especialmente conocida incluso hoy.
Trajano conquistó Dacia casi completamente en el año 106, enfrentándose en persona a los temidos guerreros dacios, que si no caían en la batalla se suicidaban por su dios Zalmoxis antes que rendirse. Los romanos tomaron la capital dacia, Sarmizegetusa, y la destruyeron. Decébalo se suicidó, y su cabeza cortada fue exhibida en Roma en los escalones que llevaban al Capitolio. Pese a que no era su intención inicial, el emperador español colonizó Dacia y la anexionó al imperio como una nueva provincia. Las campañas dacias de Trajano, además, beneficiaron las finanzas del Imperio a través de la adquisición de las importantes minas de oro de Dacia. Un año después, Trajano extendió todavía más las fronteras de Roma cuando el fallecimiento del rey Rabbel II Sóter sirvió en bandeja la anexión del reino nabateo, un territorio situado al Sur y al Este de Palestina.

Los vicios de un emperador «optimus»

Las victorias de Trajano, que pasó la mayor parte de su vida en el ejército, fueron celebradas con un amplio programa de construcciones, del que el complejo del Foro constituyó solo una ínfima parte. Nadie salvo Augusto gozó de un gobierno con la popularidad tan elevadacomo el hispano, al que incluso se le perdonó sus vicios: era propenso a sentir una desmesurada pasión por los niños y los adolescentes. El historiador de origen griego Dión Casio apunta en sus textos que Trajano bebía mucho y que tenía debilidad por los muchachos como hicieran los antiguos griegos: «Sé, por supuesto, que se dedicaba a los chicos y al vino, pero si él cometió o soportó algún acto abyecto o infame como resultado de esto, habría incurrido en censura; en cambio, bebió todo el vino que quiso, pero permanecía sobrio, y en relación con los chicos no hirió a nadie».

GLIPTOTECA DE MÚNICH
Busto de Trajano
Rara vez esta perversión de su vida privada influyó en su buen gobierno, pero Dion cita al menos una ocasión en que ocurrió así, que, por aprecio al hermoso hijo de un dirigente,favoreció al rey de Edesa: «En esta ocasión, sin embargo, Abgaro, inducido en parte por la persuasión de su hijo Arbandes, que era hermoso y en plena y orgullosa juventud y por lo gozando del favor de Trajano, y en parte por miedo de la presencia de este último, lo encontró en el camino, se excusó con él y obtuvo el perdón, pues tenía un poderoso intercesor en el chico».
Sin alcanzar lo que los romanos consideraban una conducta excesiva o malintencionada, la vida privada de Trajano –que no llegó a tener hijos con su única esposa, Pompeya Plotina– nunca afectó a su fama de hombre sensato. Después de un período de relativa paz dentro del Imperio, lanzó una campaña final en 113 contra Partia, llegando hasta la ciudad de Susa en el 116, y alcanzando con ello la máxima expansión del Imperio romano en toda su historia. En un intento por emular las grandes conquistas de Alejandro Magno en Oriente, Trajano avanzó por las entrañas del continente sin cuidarse en asegurar plenamente sus conquistas recientes. En el año 116, estalló una rebelión entre la comunidad judía de Egipto y otras provincias que le obligó a volver sobre sus pasos. Durante el asedio a la ciudad de Hatra, en el desierto de Arabia, Trajano estuvo a punto de ser alcanzado por un proyectil que mató a uno de sus guardaespaldas mientras cabalgaba cerca de las murallas enemigas. Aunque el emperador se cuidaba de no llamar la atención con la vestimenta sobre su rango, su avanzada edad, 60 años, y su porte altivo denotaban al enemigo su importancia. Sin agua ni provisiones, los ejércitos romanos abandonaron el asedio y se retiraron a preparar nuevas operaciones. En la retirada, lo que no pudo la guerra lo deshizo la salud.

MUSEO DEL LOUVRE
Busto de Antínoo de la Villa Adriana, en Tívoli
La muerte alcanzó a Trajano en medio de la campaña en Oriente, cuando se vio afectado por un ataque de apoplejía. Le sucedió como emperador su primo Adriano, otro español, cuyo acento provinciano fue motivo de burla entre los senadores, pero que también fue considerado un buen emperador. Amante de la cultura y tradición griega, una de sus contribuciones más curiosas fue la introducción de la barba en la sociedad romana, lo cual evidenciaba su filohelenismo ya lejanamente presente en Trajano. Con la excepción de Nerón –otro amante de la cultura helena–, todos sus antecesores se habían afeitado cuidadosamente, pero a raíz del mandato de Adriano se puso de moda en las siguientes generaciones la costumbre griega. Al igual que Trajano, Adriano también mostró inclinación sexual por menores, siendo recordado sobre todo por su enfermiza obsesión por Antínoo, un joven que conoció cuando éste tenía 13 años y al que ordenó divinizar tras su prematura muerte. En su caso, se estimó que su orientación sexual derivaba de su devoción por la cultura helena, dondela pedofilia y la homosexualidad habían formado parte en el pasado de la introducción de los jóvenes a la vida adulta en muchas ciudades-estado griegos.
EL COMENTARIO
La cultura romana caló hondo en España es por eso que tradicionalmente éste ha sido un país de putas, maricones,  pederastas y sobre todo bandidos, muchos bandidos. No es de extrañar que sea el país que mas veces haya quebrado económicamente. ESPAÑA RÉCORD MUNDIAL DE QUIEBRAS
A ello añadimos los 700 años de dominio arábigo/beréber y el coctel explosivo está servido. Es lo que hay, es lo que toca. 

VUELVE EL COMBATE DE NEVILLE




Vuelve el combate de Neville y les prometo una cruzada sin descanso que empezará hoy.